Título: Ser catequista. Hacer catequesis.
Autor: Álvaro Ginel.
Editorial: CCS. Páginas: 180.
Año: 2008.
ISBN: 9788483167468.
Nos encontramos ante una obra con un marcado carácter didáctico, escrita por el salesiano español Álvaro Ginel, fundador y director de la revista Catequistas. El mismo título del libro da la clave fundamental de su mensaje: para hacer una buena catequesis, hay que ser verdadero catequista. Supone un recuerdo importante, puesto que la tendencia habitual en la catequesis, sobre todo de niños, es buscar que las sesiones “vayan bien”: que se porten, les aproveche, aprendan… Sin embargo, las tareas del catequista se nutren de su especial vocación eclesial.
Como es de esperar, el libro está dividido en dos secciones. La primera, “Ser catequista”, parte de la constatación de que asumir esta función no puede ser “algo que toca” o un mero repetir lo recibido hace pocos o muchos años. Es una verdadera vocación, enraizada en el “id y anunciad” de Jesús de Nazaret y engarzada en la larga tradición catequística de la Iglesia. Los cuatro primeros capítulos de esta sección desarrollan esta idea‒fuerza: la llamada de Dios a ser catequista, sus raíces profundas, el equilibrio entre la dimensión humana y el anuncio kerigmático… Ninguna de las palabras del autor supone una novedad en sí mismas, pero están bien presentadas y desarrolladas. Por ejemplo, afirma algo que no por sabido deja de causar malentendidos: “lo que resulta difícil es vivir el evangelio. Anunciarlo es consecuencia de vivirlo” (cursivas del autor, cfr. Pág. 19). Suponen, en conjunto, un buen recuerdo de la especial misión del catequista y un acercamiento a su necesaria revalorización.
El quinto capítulo, de carácter más teórico, recoge lo esencial sobre la figura del catequista del Directorio General de la Catequesis, así como el entronque de la acción catequética en el proceso evangelizador de la Iglesia. También recoge las ideas fundamentales del catecumenado y la etapa misionera. Por último, el capítulo sexto actúa de puente con la segunda parte, atisbando algunos de los temas centrales del hacer catequesis, sobre todo lo que tiene que ver con preparar las sesiones.
La segunda sección, “Hacer catequesis”, consta de catorce capítulos y tiene un carácter mucho más práctico, casi con el objetivo de ser un manual. Con un lenguaje claro y sencillo, presenta algunas de las actitudes fundamentales del buen catequista: la presencia, acogida, mirada, empatía, cuidado del lugar y ambiente, recuerdo, discernimiento, el arte de hacer preguntas, silencio, disciplina… Como el autor exponen en la introducción, esta parte brota de los muchos encuentros y sesiones de formación con catequistas en los que ha participado, de ahí, quizás, el orden y recopilación de los temas y la presencia de algunas “recetas” de actuación.
Cuatro capítulos merecen especial atención: los dos dedicados a la reunión de catequesis, ya que es el ámbito habitual en el que se desarrolla la catequesis de niños y, por lo tanto, ha de ser bien preparada, desarrollada y concluida (aspecto este último que se suele olvidar). Los dos últimos capítulos del libro tratan sobre los materiales y se acercan a las actividades. Respecto a los materiales, quizás a consecuencia de cierta “esclavitud” de los catequistas con el libro, destacan los párrafos dedicados a los límites del “método impreso” y a la libertad de los agentes para elegir los materiales y usarlos como herramienta, entre otras. La última parte, dedicada a las actividades, apenas atisba el gran número de gestos y dinámicas que se pueden realizar en la catequesis, con útiles definiciones y sugerencias para equilibrar todos los elementos de las mismas.
El libro es claramente introductorio y, gracias a su carácter didáctico, sobre todo a las secciones “Es clave”, “Flash” y “Sugerencias” en cada capítulo, especialmente adecuado para formar catequistas jóvenes o ayudar a agentes más experimentados a redescubrir el don de su misión. Puede adaptarse fácilmente a talleres y reuniones formativas. Todos los temas tratados abren a mayor reflexión y están dirigidos específicamente al catequista habitual en nuestras parroquias, por lo que quizás no resulte tan adecuado en otros ámbitos.
Podría haberse desarrollado también alguna sección dedicada a las celebraciones litúrgicas con los grupos de catequesis, pues el sacerdote tiene que ser el primero que se aplique el “ser catequista y saber hacer catequesis”. Lo mismo podríamos decir de la colaboración con los padres, responsables de la formación religiosa de los hijos mucho más allá de llevarlos semanalmente a la parroquia.
Por último, a la vista de la situación actual, he echado a faltar alguna referencia más al “primer anuncio”, ya que, aunque en el proceso evangelizador de la Iglesia la catequesis se dirige a los que ya lo han recibido, la realidad se impone y, en su mayoría, los niños y jóvenes a los que nos dirigimos no han recibido, o lo han hecho de forma fragmentaria, una primera evangelización consistente.
Todas estas carencias quedan perfectamente justificadas por la naturaleza y objetivo del libro, una lectura muy recomendable para todos los implicados en la catequesis de niños o la formación de catequistas.
A continuación puedes ver una presentación basada en el libro que he preparado: