Autor: Francisco Pérez Gandul.
Editorial: Lengua de trapo.
Año: 2003.
ISBN: 9788496080201.
Mi primer libro carcelario (no cuento Pena de muerte, de Helen Prejean, que algún día comentaré) resulta ser una novela sanamente desasosegante, cínica, a veces divertida y en todo momento interesante y bien narrada.
Como ha sido adaptada al cine con título homónimo y considerable éxito, el argumento es bien conocido. Juan, recién aprobada la oposición a funcionario de prisiones, acude a la cárcel el día antes de su primer día de trabajo para conocerlas instalaciones y los compañeros. Mientras se recupera de un pequeño desmayo, se desata un motín de los «fíes» y es abandonado en una celda, la 211. Encontrado por los presos, se hace pasar por uno de ellos. Hasta ahí conocido.
Lo que me sorprendió gratamente del libro fue, en primer lugar, cómo está narrado. Es una colección de monólogos que van narrando la trama, con frecuencia solapándose para mostrar el mismo hecho desde la perspectiva de uno de los funcionarios, del propio Juan o del mítico Malamadre, alma del libro. Los monólogos de este último, que contienen su versión de los hechos relatados a una comisión «de las que quieren saber la verdad», son especialmente divertidos, plagados de palabrotas y frases a medio construir. Y es que Malamadre es de esas personas que sin letras se saben hacer entender.
Impagables algunos momentos, como el tema de los calzoncillos (no quiero desvelar mucha trama), el negociador frío como el hielo, las rencillas entre compañeros y la muerte central del libro (no digo de quién), que realmente me quitó el sueño (a base de que en mi cabeza resonara la voz de Malamadre diciendo «hijos de p...»).
La novela contiene dosis justas de violencia, que casi te esperas como «naturales», intriga, sexo y hasta romanticismo, pero sobre todo destila un humor cínico y descarnado que te hace pensar en lo falso de lo políticamente correcto, en los privilegios de unos y las leches que da la vida a otros. ¿Cuál es el tema principal? Pues ni las cárceles, ni los funcionarios, ni el amor... sólo la supervivencia, en este caso la de alguien aparentemente normal, en las circunstancias más extremas. Ignoro si el autor se planteó alguna vez lanzar al lector la pregunta de qué haría él en similar coyuntura, pero desde luego yo me lo he preguntado después de cada capítulo.
Si algo puedo criticar es que algunas situaciones parecen algo inverosímiles, pero no demasiado, pues la vida real nos trae con frecuencia casualidades que realmente parecen de ficción. La novela tiene sus protagonistas bien definidos, con un Malamadre espléndido y un Juan sorprendente. Me hubiera gustado que personajes como el Poeta, al que tomé cierto cariño, tuvieran más peso: ¿cómo relataría el motín un asesino condenado que escribe sonetos?
En resumen, un libro muy recomendable como lectura con fondo, bien llevada y sin más aspiraciones que mostrar una realidad que no por estar entre muros deja de ser verdadera. No he visto la película, que probablemente sea buena aunque sólo sea por la presencia de Luis Tosar. Cuando la vea comento si me causa las mismas sensaciones que el libro.
La novela contiene dosis justas de violencia, que casi te esperas como «naturales», intriga, sexo y hasta romanticismo, pero sobre todo destila un humor cínico y descarnado que te hace pensar en lo falso de lo políticamente correcto, en los privilegios de unos y las leches que da la vida a otros. ¿Cuál es el tema principal? Pues ni las cárceles, ni los funcionarios, ni el amor... sólo la supervivencia, en este caso la de alguien aparentemente normal, en las circunstancias más extremas. Ignoro si el autor se planteó alguna vez lanzar al lector la pregunta de qué haría él en similar coyuntura, pero desde luego yo me lo he preguntado después de cada capítulo.
Si algo puedo criticar es que algunas situaciones parecen algo inverosímiles, pero no demasiado, pues la vida real nos trae con frecuencia casualidades que realmente parecen de ficción. La novela tiene sus protagonistas bien definidos, con un Malamadre espléndido y un Juan sorprendente. Me hubiera gustado que personajes como el Poeta, al que tomé cierto cariño, tuvieran más peso: ¿cómo relataría el motín un asesino condenado que escribe sonetos?
En resumen, un libro muy recomendable como lectura con fondo, bien llevada y sin más aspiraciones que mostrar una realidad que no por estar entre muros deja de ser verdadera. No he visto la película, que probablemente sea buena aunque sólo sea por la presencia de Luis Tosar. Cuando la vea comento si me causa las mismas sensaciones que el libro.
Ando doente por leer este libro.
ResponderEliminarPues yo lo cogí en la Biblioteca Caja Madrid de aquí, donde por cierto, además de tener una pequeña colección de libros interesantes, son muy amables y eficaces, cosa que en otras bibliotecas...
ResponderEliminarNo tenía idea de que la película se basara en una novela, y si la película es buena en mi experiencia, regularmente el libro es mucho mejor. Voy a tratar de conseguirla porque me interesa leerla.
ResponderEliminar“¿cómo relataría el motín un asesino condenado que escribe sonetos?” Me pareced que sería muy gracioso ver a un reo poeta intentarlo.
Les invito a que visiten mi blog, también me agrada realizar reseñas de novelas, y ya tengo unas cuantas realizadas.
Saludos y concuerdo con ustedes, nada como leer, leer y leer.