18 de junio de 2010

La medición del mundo, de Daniel Kehlmann

Título: La medición del mundo (original en alemán: Die Vermessung der Welt).
Autor: Daniel Kehlmann.
Editorial: Maeva.
Año: 2006.
ISBN: 84-96231-97-6.


Reconozco que el libro no captó mi atención cuando lo vi en la librería. Tuvo que ocurrir la casualidad de que un ejemplar estuviera boca abajo en la pila de libros de ciencia-ficción que estaba ojeando para que una sola palabra despertase mi curiosidad: Gauss.

El amigo Gauss es uno de mis personajes histórico-científicos favoritos, no sólo por sus funciones, ecuaciones y campos, sino, creo que sobre todo, por aparecer con una especie de albornoz en varios retratos (parece ser que le gustaba más bien trabajar desde casa... cómodo).

Pues bien, La medición del mundo trata precisamente de Gauss y de Humboldt (el explorador, no el que se estudia en Pedagogía). Intercalando relatos de sus vidas, pretende describir una época fascinante, en la cual la ciencia comienza a ganar terreno y se hacen grandes descubrimientos: Gauss representa los matemáticos y Humboldt los geográficos. La excusa literaria es un encuentro de ambos, ya mayores, en el que el explorador quiere homenajear al gruñón matemático.

Me gustó el libro, más las partes de Gauss (un sesgo personal), un adorable cascarrabias con varias certezas en su vida: todo puede ser medido y pesado, como en casa no se está en ningún sitio, mi esposa es una arpía y mi hijo mayor un imbécil. No necesariamente en ese orden, pero se repiten en cada capítulo: sea viajando y quejándose de los charcos del camino o bajo la lluvia triangulando los campos de Prusia, es un genial protestón.

Humboldt, sin embargo, es un eterno optimista, sea entregando medallas en Berlín o buscando las fuentes del Amazonas. Tan optimista que en la novela da la impresión de ser un simplón fácilmente manipulable por los poderosos (sea el Zar o su hermano). Por cierto, las bruscas contestaciones de Gauss al amable Humboldt recuerdan tanto a las de House que causaron en mí el mismo efecto que los capítulos de la serie: un inmediato aprecio.

Quizás sea ésta la mayor deficiencia del libro: los personajes están definidos sólo por unas pocas líneas gruesas, que se repiten en diversos grados... pero sin salir de allí. No le resta atractivo al libro como lectura ligera, pero para una novela que pretende mostrar una «perspectiva humana inédita de estos dos grandes nombres de la historia», enseña más bien las manías. Por otro lado, otros personajes altamente interesantes, como Bonpland, el agraciado compañero de Humboldt o el propio hijo de Gauss son apenas comparsas sin diálogo.

Resumiendo: un libro recomendable para los aficionados a la historia de la ciencia o las novelas con un poco de sentido. Es la segunda novela del autor, al que habrá que seguir atentamente. Y ya que hablo de Gauss, no puedo menos que pegar aquí su firma, una gozada para los amantes de las matemáticas:
Fuente de la imagen. Dominio público.

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